Una mañana varios jugadores se levantaron descompuestos y hablaron con el técnico Rubén Magnano contándole que la comida del hotel les había caído mal. Lo que no tuvieron en cuenta los jugadores en que el entrenador iría envalentonado y ofuscado a llevar el reclamo a los encargados del servicio. La sorpresa fue que la mujer que coordinaba el servicio le contestó al entrenador lo siguiente "...Mire señor, si usted no sabe lo que hacen sus chicos a la noche y la comida que mandan a pedir afuera, no me responsabilice a mí. ¿Por qué no se encarga de averiguar que comen cuando usted descansa?.
La investigación de Magnano dio como resultado churros, chocolates, entre otras varias cosas que llegaban directamente a las habitaciones de los jugadores. La respuesta se dio al siguiente entrenamiento, los reunió en la mitad de la cancha, les dijo algunas cosas que no trascendieron en forma de palabras pero, según testigos, la claridad de los gestos dejaban entender a la perfección el mensaje. Luego vino uno de los bailes más intensos que recuerde la selección de basquet. Al grito de "Así que les cayó mal la comida.... carrera hasta la línea de fondo, ida y vuelta, ida y vuelta, vamos" Duro un buen tiempo el escarmiento hasta que quedaron todos con la lengua afuera. La próxima vez habría que pensarlo dos veces antes de llamar al delivery.
Fuente anécdota: Canchallena
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