martes, 10 de diciembre de 2013

Gigantes descalzos de la montaña

Practicar un deporte implica poner tu concentración en eso que estas haciendo. Olvidarte del mundo, sus problemas y complicaciones, por un rato. Jugar al basquet de chico era una de las cosas que más disfrutaba hacer. Entrar a la cancha era hermanarte con tus compañeros de equipo y tratar de dejar absolutamente todo era la piedra fundamental. Las preocupaciones quedaban de la línea para afuera. Ojo, mis preocupaciones eran las que puede tener cualquier chico que sabe que vuelve a su casa, esta con su familia, tiene sus necesidades cubiertas, y simplemente disfruta el mundo. Debe ser inimaginable lo que sienten los gigantes descalzos de la montaña...





Sueños y magia se conjugan cuando los niños de las comunidades indígenas triqui de la zona de Oaxaca México practican este deporte. Sueñan con ir a una buena escuela, tener una casa, poder ayudar a su madre, tener todas las comidas del día y que sus hermanos puedan comer. Hace unos años atrás alguien les mostró que el deporte era un medio para conseguir sus sueños. Alguien les contó que la violencia extrema que se vive en la zona se la puede combatir con una pelota naranja que rebota contra el suelo y con educación. 

Sergio Zuñiga, un ex basquetbolista mexicano, tenía este proyecto en la mente hace muchos años. Le daba vueltas y sabía que era lo que quería hacer. Entendía que el deporte sirve para aplacar la violencia. Fue recién en 2009 que el proyecto pudo tomar forma y creó la Academia de Baloncesto Indígena de México. La idea era ayudar por medio del deporte a que estos niños que viven en una zona altamente conflictiva puedan ir a la escuela, puedan jugar al basquet y puedan conocer el mundo que hay más allá de las montañas.

Puso la sede principal en la zona triqui del estado de Oaxaca desde donde realiza al año dos campamentos de alto rendimiento en la busqueda de niños indigenas de entre 7 y 14 años. Busca a aquellos que den todo en la cancha y que amen el juego. "Seleccionamos a aquellos niños que den la vida en la cancha, que lo den todo, ya con el tiempo se les enseña la técnica, porque muchas veces los niños que saben jugar bien son los menos aplicados en los entrenamientos" Dice Zuñiga cuando le preguntan sobre los criterios de selección.


Una vez elegidos para el programa el mismo se divide en 3 pasos. El inicio es un curso de psicología donde se les explica las funciones del niño y sus derechos. A la par se les brindan los conceptos básicos de liderazgo y lo acompañan con risoterapia. El programa es muy exigente con la educación de los deportistas. Si no tienen un alto rendimiento escolar no pueden entrenar ni jugar. Con esto, los niños están regresando a la escuela y haciendo que la educación sea la base de su formación.

Con el correr del tiempo el proyecto de Sergio fue convirtiéndose lentamente una fábrica de sueños y expandiéndose en otras comunidades indígenas y ganando notoriedad en la prensa internacional. Lograron con mucho esfuerzo disputar el 4° Festival Internacional de Minibasquetbol en Córdoba, Argentina. Bueno, la realidad es que no lo disputaron, lo arrasaron. En el torneo ganaron por 86-3 contra Celestes, 22-6 contra la Universidad de Córdoba, 72-16 ante Central, 82-18 contra Hindú, 44-12 contra Monteéis y 40-16 contra Regatas de Mendoza. Aunque los medios pusieron la lupa en otro lado. La prensa resaltó el hecho de que los niños triquis disputaron este torneo descalzos.



"Los niños entrenan descalzos, caminan todo el tiempo descalzos. Es una cultura, pero además no hay recursos para comprar calzado", dijo el entrenador Zuñiga en una entrevista con la Federación de Básquetbol de la Provincia de Córdoba (FBPC). Estos Gigantes descalzos de la montaña demuestran que para practicar basquet se necesita amor y pasión, que las últimas nike son solo un detalle. 

El éxito en Argentina les hizo ganar notoriedad a nivel mundial y fueron invitados a disputar un torneo en Estados Unidos. Luego de jugar exhibiciones para juntar el dinero en México lograron cumplir el objetivo de recaudar el dinero para viajar. En los entrenamientos del torneo  jugaron descalzos tal como están acostumbrados a hacerlo en su natal Oaxaca o en los partidos en México. Los organizadores del torneo no les permitieron disputar los partidos descalzos ya que podía correr riesgos.

Los niños triqui conocen a Manu Ginobili
quien juego un rato con ellos descalzo.

"No voy a ir en contra de unas reglas porque vengó a participar a su evento", dijo el entrenador del equipo Triqui. En el primer partido la selección de Puerto Rico les ganó por dos puntos. No se sintieron cómodos, sueltos, las zapatillas les cambiaban la sensación. Necesitaban sentir el contacto con el piso. Más tarde el equipo Triqui recibió una noticia alentadora por parte de los organizadores del torneo. "Las autoridades en los Estados Unidos me dan la autorización para jugar descalzo y eso es muy importante porque ahora sí se están quitando un peso de abajo, van a ser más ligeros, más rápidos, van a saltar más", comentó el entrenador Zuñiga.

"Vi el partido que jugaron ayer contra Puerto Rico y cuando jugaron contra Puerto Rico lo hicieron con zapatillas. Hoy fue diferente porque lo hicieron descalzos. Nunca había visto esto antes, ningún equipo juega sin calzado. Pero hubo una gran diferencia de ayer a hoy. Se movían arriba y abajo de la cancha, eran más rápidos, hacían mejores tiros, se veían mucho mejor. Esto provocó un ambiente en el que se ganaron el corazón de la gente y todos apoyaron a México", dijo Joseph, asistente del torneo.



Ganaron algunos partidos, perdieron algunos otros, pero esos gigantes descalzos se hicieron escuchar. Un tiempo atrás sus gritos y sus sueños solo rebotaban como un eco contra las enormes montañas. Hoy el mundo conoce sus sueños y ellos están dispuestos a pelear por los mismos. Ellos ya ganaron y el resultado deportivo es una anécdota. Desde este pequeño lugar saludamos la iniciativa de Sergio en creer en el deporte, y en particular el basquet, como un medio para cumplir los sueños de estos guerreros.

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